LA AZUCARERA
de Naguib Mahfuz.
Con este título llegamos al final
de la Trilogía, precedida por Entre dos
palacios y Palacio del deseo, y
acompañamos a la familia Abd el-Gawwad hasta su declive.
Han pasado casi diez años desde
los trágicos acontecimientos con que cerramos la segunda entrega.
Acontecimientos que han minado a esta familia.
Ed. Alcor. Colección "Las otras culturas". 272 p. |
Por un lado vemos al señor en su debilidad, después de
haberlo visto en su poderío y despotismo gobernando con mano de hierro a su
familia. Para el señor Ahmad Abd el-Gawwad la edad traía la sabiduría, pero también la debilidad y la enfermedad. Ahora el señor ve su mundo limitado a las paredes de su casa, excepto un día a la semana
en la que acompañado de sus dos hijos, visita el templo. Además ve ir
desapareciendo a cada uno de sus entrañables e inseparables amigos en un corto
espacio de tiempo. Una desgracia, la de sobrevivir a sus amigos abandonado e
impelido, que nunca había entrado en sus cálculos. Añora su vida anterior por
encima de todas las cosas, sentir aquella, su casa, sometida desde siempre y de
forma absoluta a sus deseos.
Ahora, sin embargo, debe vivir constantemente bajo su techo
y bajo los cuidados del resto de
inquilinos: su mujer, Amina, que se marchita y va desapareciendo tras la vejez,
su hija Aisha postrada y aniquilada en su dolor y su hijo Kamal, enamorado de
la verdad, que sentía pasión por la rectitud y aspiraba a la tolerancia, pero
chocaba con la duda, y sufría en su eterna lucha con los instintos y las
emociones. Se había empeñado en hacerse a si mismo, y termina por ser un
maestro soltero, encerrado y confinado en los límites de su cuarto.
Pero los personajes principales
de este tercer libro son los nietos del señor, la generación más joven de la
familia Abd el-Gawwad. Redwan, hijo de Yasín, homosexual, y amigo de poderosos miembros del partido en el poder, el Wafd. Gracias
a su belleza e inclinación sexual, medrará
a la sombra de ellos, y no dudará en utilizar sus influencias para promocionar
a miembros de su familia, como su padre o sus primos.
Abd el-Múnim y Ahmad, hijos de
Jadiga. El primero seguidor ferviente de los Hermanos Musulmanes, mientras que
el segundo es un comunista acérrimo.
Los tres nietos del señor vivirán
sus vidas guiados y condicionados por sus ideas políticas, pero mantendrán
indisolubles los lazos familiares a pesar de sus ideales políticos, en
ocasiones enfrentados y en lucha unos con otros.
Pero estas tres posiciones
políticas que representan cada uno de los nietos varones del señor Ahmad Abd
el-Gawwad, son también las distintas ideologías políticas del convulso Egipto
de la época de los años 30 y 40 del s. XX.
Junto a todo ello el estallido de la
2ª Guerra Mundial afectará de lleno a los miembros de la familia Abd el-Gawwad,
como no podría ser de otro modo.
Naguib Mahfuz mantiene el mismo
estilo que en los dos libros precedentes: descripciones detalladas de los
espacios y de cada uno de los personajes de la obra, pero con una mayor
agilidad argumental.
A lo largo de su obra
ha presentado a la ciudad de El Cairo como si fuera un mundo. Su obra, tan
variada como prolífica, incluye 33 novelas, algunas de ellas llevadas al cine,
así como 14 recopilaciones de cuentos y múltiples colaboraciones en la prensa.
Tras sus primeros
escarceos con la novela histórica, que no tuvieron mayor trascendencia, con
títulos como Caprichos del destino (1939)
o Lucha de Tebas (1943), dio un
salto al realismo, entrando en una etapa de mayor entidad argumental y técnica.
Los mejores ejemplos de esa época son Jan
al-Jalilí (1946) y El callejón
de los milagros (1947), minuciosas descripciones de los ambientes
populares, burgueses e intelectuales de su ciudad natal.
Con El espejismo (1948) y Principio y fin (1949), su obra dio
un paso más, al desarrollar la novela psicológica. Dicho tránsito anunciaba uno
de los períodos más significativos de su carrera literaria. Fue entonces cuando
escribió su afamada Trilogía
compuesta por Entre dos palacios (1956), Palacio del deseo (1957) y La azucarera (1957), que le valió el
Premio Nacional de las Letras Egipcias (1957).
Poco después, publicó
la novela de cariz metafísico Hijos
de nuestro barrio (1959), levantando la ira de las autoridades
religiosas, que prohibieron el libro durante varios lustros.
A partir de los años
sesenta, sus novelas abordaron cuestiones políticas y sociales de una forma
mucho más elíptica, como es el caso de El
ladrón y los perros(1961), una crítica del régimen naserista, y Miramar (1967), o en la recopilación de
cuentos Historias de nuestro barrio (1975).
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