DON QUIXOTE FALA EN VERSU

martes, 22 de octubre de 2013

DÍA DE LA BIBLIOTECA.

 El cartel ha sido diseñado por el conocido ilustrador y humorista gráfico Andrés Rábago, “El Roto”.
Desde 1997 se celebra todos los años el Día de la Biblioteca creado por la  Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, con el patrocinio del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, cuyo objetivo es "concienciar a nuestra sociedad de la importancia de la lectura, especialmente entre los jóvenes y niños y potenciar y agradecer la extraordinaria labor de los bibliotecarios y bibliotecarias". Un día también en recuerdo de la destrucción de la biblioteca de Sarajevo, que fue bombardeada por el ejército serbio en 1992 durante el conflicto de los Balcanes, un icono de la barbarie.
Antes de iniciarse la guerra, la entonces Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina tenía un inventario de unos tres millones de publicaciones y una extraordinaria colección de 6.000 libros y viejos manuscritos de gran valor. Parte de ese rico legado cultural pudo ser rescatado de entre las llamas y conservado luego en las arcas del Banco Nacional y otras instituciones.

 Imagen tomada por Gervasio Sánchez.

Sin embargo, casi dos millones de documentos, fruto de la sabiduría acumulada durante un milenio, fueron destruidos en pocas horas durante una noche por la artillería serbia. A pesar de que la biblioteca no tenía ningún valor estratégico ni importancia militar, supuso la destrucción de un legado cultural imposible de recuperar, de un símbolo de la convivencia entre distintas culturas, su pérdida pretendía dejar huérfano de memoria a todo un pueblo.

En un día como hoy los profesionales hemos de reivindicar la importancia del servicio público que prestamos, porque las bibliotecas son un servicio público  libre y gratuito de primer orden, un centro de proximidad a la ciudadanía y de socialización e intercambio de ideas, una actividad pública de primera necesidad, el primer recurso cultural que los ayuntamientos ponen a disposición de sus vecinos y ciudadanos.

La lectura en nuestro tiempo de ocio nos transporta a otros lugares, a otros mundos, a otros momentos, a otras realidades o a otros sueños; la información recibida a través de los libros llena los espacios reservados para el conocimiento y para la superación personal y profesional; en las bibliotecas se fomentan las exposiciones bibliográficas, las sesiones de Cuentacuentos, los clubs de lectura, la utilización de las redes sociales en y por la biblioteca… pero es que además, en este s. XXI, la biblioteca tiene que ser un verdadero centro de gestión cultural, y, sin duda, debe ser un centro de difusión de toda la información que pueda considerarse de interés de y para la comunidad a la que sirve. 

En definitiva, un día que debe servirnos para demostrar y mostrar el valor que las bibliotecas aportan a la sociedad. Las bibliotecas no son un gasto, son una inversión para la sociedad. En esta época de recortes presupuestarios es necesario reivindicar el papel fundamental que en ellas se realiza a pesar de que en muchas bibliotecas se tenga que prescindir de servicios, de personal, de colecciones… e incluso al cierre de algunas bibliotecas.



Aquí en L.lena lo celebraremos el miércoles 23 de octubre por la mañana en la Biblioteca de La Pola, por la tarde en la de Campumanes, y ya el jueves 24 en la de Villayana, y que mejor manera de hacerlo que Contando Cuentos. Cuentos que serán contados por usuarios y amigos de nuestras bibliotecas, encabezados por el alcalde del concejo, Ramón Argüelles, miembros de la Comisión de Educación y Cultura, profesores de los centros educativos de primaria, padres y madres…

Os dejo el precioso pregón que para este día ha escrito Laura Gallego, autora de literatura juvenil, especializada en temática fantástica.

Érase una vez un viajero que llegó desde un lugar lejano a un pueblo en el que no había libros. Se sentó a descansar en la plaza mayor y sacó de su morral un viejo volumen de cuentos. Cuando empezó a leer en voz alta, los niños, que nunca habían visto nada semejante, se sentaron a su alrededor para escucharlo.

El visitante relató historias que fascinaron a sus oyentes y les hicieron soñar con fantásticas aventuras en reinos maravillosos. Cuando terminó, cerró el libro para volver a guardarlo en su morral. Nadie se percató de que, al hacerlo, escapaban de entre sus páginas algunas palabras sueltas que cayeron al suelo.
El viajero se marchó por donde había venido; tiempo después, los habitantes del pueblo descubrieron el pequeño brote que elevaba sus temblorosas hojitas hacia el sol, en el lugar en el que habían caído las palabras perdidas.
Todos asistieron asombrados al crecimiento de un árbol como no se había visto otro. Cuando llegó la primavera, el árbol exhibió con orgullo unas hermosas flores de pétalos de papel. Y, con los primeros compases del verano, dio fruto por primera vez.
Y sus ramas se cuajaron de libros de todas clases. Libros de aventuras, de misterio, de terror, de historias de tiempos pasados, presentes y futuros. Algunos se atrevieron a coger esos frutos, y había un sabio en el lugar que les enseñó a leer para poder disfrutarlos.
A veces, la brisa soplaba y sacudía las ramas del árbol. Las hojas de los libros se agitaban y dejaban caer nuevas palabras. Y pronto hubo más brotes por todo el pueblo; y en apenas un par de años, los árboles-libro estaban por todas partes.
Se corrió la voz; muchos investigadores, curiosos y turistas pasaron por allí para conocer el lugar donde los libros crecían en los árboles. Los habitantes del pueblo leían sus páginas con fruición, y cuidaban cada brote con gran mimo. Y así iban recogiendo más y más historias con cada nueva cosecha de libros.
Un día, los más sabios del lugar se reunieron y acordaron compartir su tesoro con el resto del mundo. Eligieron a un grupo de jóvenes y los animaron a escoger un libro del primer árbol que había crecido en el pueblo. Después, los enviaron a recorrer los caminos.
Ellos se repartieron por el mundo, buscando un hogar para su preciada carga, y así, con el tiempo, cada uno dejó su libro en una biblioteca diferente.
Y cuenta la historia que allí siguen todavía. Que hay algunas bibliotecas que guardan entre sus estantes un libro especial que deja caer palabras-semilla. Y que, si aterrizan en el lugar adecuado, cada una de esas palabras crecerá hasta convertirse en un árbol que dará como fruto nuevos libros.
Nadie sabe en qué bibliotecas se encuentran estos libros maravillosos. Se desconoce también cuáles, de entre todos sus volúmenes, son los que proceden del pueblo donde los libros crecen en los árboles. Podría ser cualquiera, y podría estar escondido en cualquier rincón de cualquier biblioteca del planeta.
Animaos a entrar en ellas y a explorar sus estanterías, viajeros; porque quizá deis por casualidad con un libro cuyas palabras echen raíces en vuestro corazón y hagan crecer un magnífico árbol de historias cuyas semillas puedan llegar a cambiar el mundo.
¡Feliz día de la biblioteca!
Laura Gallego

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